Uru-why Parte I
Llegó la hora de hablar sobre Uruguay...
Me gusta empezar dando contextos: Es bien sabido que cada viaje es diferente, aun cuando es el mismo destino. Aun cuando es la misma persona. Así que cuando analicé los posibles destinos partiendo desde Córdoba, Uruguay parecía atractivo. No interesante. Atractivo. Al final me di cuenta que su atractivo radicaba únicamente en ser otro país. Y, ¿qué es otro país sino una fila interminable en migraciones y en casas de cambio? Un conjunto diferente de normas sociales y otro dolor de cabeza al hacer el proceso peso uruguayo-peso argentino-peso mexicano, o bien, peso uruguayo-dólar-peso argentino. Cuando estaba sin saber esto, la emoción era grande. Uruguay: Un país con... Un país... Con un presidente admirable y con marihuana legal. ¿Es todo? Vergonzosamente, era todo lo que sabía.
En fin, como parte del contexto, es necesario mencionar que este viaje estaba planeado para ser el último. Mi vuelo de regreso saldría de Buenos Aires, así que me iría de Córdoba unos días antes para poder conocer la capital y Uruguay. Quería hacerlo sola, sin embargo -tal y como sucedió en cada viaje- las circunstancias cambiaron y me pusieron compañía. Supongo que había mucho más por aprender de ellos que solo de mí misma.
Entonces, esas circunstancias tan ajenas a mí trajeron a dos personas para unirse al destino que yo había elegido, al viaje que yo había planeado. A uno de ellos creía haberlo dejado. Creía que el adiós había sido permanente y que el beso había sido de despedida. No podía entender esa nece(si)dad de viajar desde tan lejos solo para confundirme más. No quise analizarlo más. Estaba haciendo mi vida en otro país: tenía un trabajo haciendo lo que me gusta y me daba tiempo para hacer lo que más amo; yo pagaba todas mis cuentas, no le pedía nada a nadie y estaba conociendo a un chavo interesantísimo. No podía, ni merecía darle cabida a inseguridades infundadas. Sin embargo, las mariposas despertaron...
---
Abrí los ojos. Retomé conciencia. Supe que había llegado a Buenos Aires y que estaba a nada de verlo. ¿Cómo reaccionaremos? ¿Nos abrazaremos? ¿Lo sigo queriendo? ¿Lo quiero aquí? ¿Me siento invadida? Bajé del colectivo y charlé con la nueva futura ex amiga que hice en la terminal de Córdoba. Acudí al baño para lavar dientes y rostro, para colocar los lentes de contacto y colorear un poco la carita, remarcar los ojos, controlar la sonrisa. Celebré el libre wi-fi y corroboré que no habían llegado antes que yo.
Traté de definir sensaciones al ver que él escribió deseando que me hubiera quedado en Córdoba y no hubiera ido a encontrarlo a él. ¿Y si me voy a otro lado? Pensé. No tengo porqué verlo, no sé si quiero. ¿Por qué vino? ¿A qué vino? Ataque de pánico. Demasiado tarde. Ya le dije: "Av. de Mayo" al remisero.
¿Y si me dejan plantada? ¿Y si todo fue un plan maquiavélico para probar que yo lo quiero más que él a mí? Ahora corrijo: que yo lo quise y él no. ¿Por qué vino con ella? ¿Por qué no se decidió a hacer el viaje conmigo como me lo había propuesto? ¿Y si ellos...? Lore, Lore, Lore...Qué grande es tu imaginación. Recuerda tu mantra: No esperes nada. Recibe con los brazos abiertos todo lo que venga.
He llegado al hostal. Me registro. Registro el lugar con los ojos e ignoro el flirteo del encargado para conmigo. De pronto ya soy célibe, ¿eh? De pronto bloqueé la respuesta "a mí también" a ese mensaje trasnochador que vi al llegar a Buenos Aires. De pronto ignoro todo. Ignoro que ahora sí conoceré Capital Federal, que escucharé otra vez el acento que tanto odia el resto del país. Ignoro que hay algo más importante sucediendo. Muchas cosas eran más importantes...
Me senté a beber una taza de café en el lounge del hostal, no sin antes pasar al baño y revisar mi imagen por enésima vez. Me escribo con él para aminorar los nervios, o para incrementar mi seguridad, dirían los psicoanalistas. Bendita Internet.
Cada tipo rubio que entra me desconcierta. Mi cuerpo es un termómetro descompuesto. Espero un poco más de tiempo. Esperé más de lo que debía... Llegaron. Al diablo el control, dijo mi sonrisa. Me levanté. No me importó nadie más en ese instante. Me vi en sus ojos claros. Me vi en su sonrisa, claro. Me sentí en sus brazos. "Wow" dijo él...
Hacía mucho que mis cachetes no dolían así. Vaya sonrisa... Hacía mucho que mi alma no dolía así... Vaya viaje...
Continuará...
Comentarios
Publicar un comentario