Entre tiaras y condones (Parte II)
Sigamos hablando de los príncipes del siglo XXI. Esos que ya no están dispuestos a buscar, sino que se enfocan en encontrar (hay diferencia). Estos neo-príncipes prefieren seguir probando la zapatilla en toda doncella casadera que lo permita, ¿para qué quedarse con una, si pueden desenvainar su espada con muchas más?
Para ser justos, tampoco estamos en la era de princesas. Aunque hay que aceptar que todavía existen las nenitas aspiracionales que buscan un ascenso en el estrato social; que esperan el rescate de las injusticias o carencias laborales; o, incluso, el rescate del tedio cotidiano mismo.
Sin embargo, me doy cuenta que cada vez somos más las que no buscamos el rescate de nadie. Somos más las que luchamos por la independencia y equidad, que estamos conscientes de la cultura y sus expectativas de género. Esta nueva oleada de mujeres extraordinarias hace reconfortante el darte cuenta que no eres la única con dificultades para tener una relación de pareja debido a esta evolución en los roles y plataformas de comunicación.
Estas dificultades no son más que parámetros nuevos. Si se tratara solamente de tener novio, lo tendríamos. Así de fácil. Pero el punto es que ya no nos basta que haya atracción física, ya no buscamos que nos protejan económica e intelectualmente; queremos un compañero, un igual: alguien con quien compartir vivencias y responsabilidades. Ya no nos conformamos, y rara vez nos vemos forzadas a hacerlo por errores conceptivos.
Es raro cómo ha cambiado el concepto de amor a través de los años. Leo novelas y relatos de siglos pasados en los que las personas unían sus vidas o creían estar enamorados después de haber cruzado contadas palabras (esto pasaba incluso entre primos) y me parece increíble. No en el sentido positivo, sino en serio difícil de creer. Inconcebible.
Nuestros bisabuelos o abuelos pudieron haberse unido por situaciones similares. Mi papá me contó que su abuela conoció a su esposo de la manera más fortuita. Ella, de quince años, había peleado con su padre y como signo de rebeldía le dijo que se casaría con el primer hombre que pasara por la calle. Ese hombre es quien fuera mi bisabuelo. ¡Tamaño compromiso! Un par de adolescentes que deciden pasar toda su vida juntos aún sin conocerse del todo (porque obviamente no era bien visto el divorcio).
Sin irnos tan atrás. Muchos de nuestros padres están juntos (o lo estuvieron) porque hubo niño de compromiso. Algunos hombres huyeron, pero el nivel de responsabilidad en aquéllos que "sí respondieron" es admirable. Mas aún si después de 37 años ambos siguen superando adversidades para estar juntos y felices, como mis padres, la pareja que me hace creer que sí se puede.
¿Y ahora? Los hombres le temen a hacer planes para el fin de semana. ¡No vayas a creer que va en serio! ¡Qué tal y hasta empiezas a pensar en matrimonio! Es increíble cómo ha cambiado todo. Cómo una simple ida a Guanajuato, pasar tiempo con los amigos del otro, ir a un concierto o hasta ir al cine, ¡carajo!, ya les resulta demasiado. Pasar tanto tiempo puede provocar que sientan algo, ¡sacrilegio!
Solía creer que era miedo al compromiso, pero justamente en este mes del amor me di cuenta que no hay tal cosa. La realidad es que no están convencidos de que tú seas la indicada. Duele aceptarlo, pero así es. Debemos memorizar el libro "He's just not into you: your daily wake-up call" (en el cual está basada la película con el mismo nombre): si le interesas, te buscará e intentará estar contigo. Sino, simplemente buscará pasar un buen rato (en el sentido que tú permitas).
De tal forma que, "encontrar el amor" es cada vez más complejo. Está la mencionada cuestión de selectividad (que cada día se asemeja más a una búsqueda avanzada de Google) con variables que incluyen atracción física, admiración (aquí entra el nivel educativo/intelectual), compatibilidad y, por supuesto, que esto sea recíproco. A veces creemos, nos hacen creer o queremos creer que sí lo es, pero debemos estar despiertas y aceptar que las acciones son las que realmente dicen cuán interesado está, no las palabras.
Si a eso le sumamos que hay mujeres menos "complejas", con coeficientes intelectuales que las hacen más fáciles de impresionar y de... Pues, no hay competencia. Al final ellas podrán tener a sus hombres, pero nosotras tendremos la libertad de decisión por la que tantas mujeres lucharon y dieron la vida.
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