Baggage Claim
Hay viajes que no involucran grandes traslados, pero sí enormes pasos. El más grande de mi vida lo hice en diciembre del año pasado. La distancia fue muy corta y sin embargo, nacieron abismos en relaciones y paradigmas que pensaba inquebrantables.
Al viajar te enfrentas con problemas impensablemente tontos que requieren de cierta habilidad en áreas específicas. Lo que nos hace recordar que todos necesitamos de todos, que ser autosuficiente es una utopía, que siempre cae bien una mano que te ayuda con todo tu equipaje. Ese bagaje que viaja contigo, lo quieras o no, porque ya es parte de ti y, de alguna manera, lo necesitas.
Cuando el miedo es copiloto rara vez se viajan distancias largas o caminos nuevos. No juzgo a quienes (aún) no se deshacen de ese peso muerto que 'pesa' más que todo el bagaje junto. Tampoco se debe juzgar a quienes llevan a una compañera todavía más bromosa: la ignorancia. Esa que apunta con el dedo y emite juicios de quienes van a contra corriente.
Cuando tu círculo social incluye a algunos de estos pasajeros, resulta complicado hacerlos caber a todos en un auto. Imposible hacer que quepan e incluso convivan una enamorada del wanderlust y un fiel amante del tradicionalismo (leonés).
Al viajar contigo mismo sabes lo útil que es contar con alguien que te escuche en los momentos de nostalgia y que ría en las aventuras. Alguien que te aliviane la carga de emociones y de recuerditos. A veces traes tantos por compartir que tu vista se ve bloqueada por tremenda pila de regalos que cargas. Solo para darte cuenta que al tropezar y caer son muy pocas las manos que se acercan a ayudar. Las suficientes para aligerar la carga y las que mejor valorarán los presentes. El presente.
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