¡Chau, Córdoba!
A estas alturas muchos sabrán que la inestabilidad es algo que se puede notar en este espacio. Si bien las letras son parte de mi vida, suelo ser nómada en cuanto a su colocación. Quería ir plasmando cronológicamente cada experiencia, cada viaje, pero en un momento fueron demasiadas cosas por vivir y poco tiempo/cabeza para aterrizarlas.
Ahora que he puesto pie en casa y que poco a poco retomaré mis viejos hábitos, iré compartiendo lo que fue visitar Mendoza y cagarnos de frío, conocer Capital Federal con el corazón en dos, pasar nueve horas en La quiaca, no poder entrar a Bolivia... La adrenalina por cruzar fronteras para poder permanecer más tiempo en la bella Argentina y todo lo que conlleva.
Sin embargo, hoy que tan a flor de piel tengo la añoranza y tan presente mi camino diario por Cañada, Colón, Yrigoyen y Estrada, escribo y agradezco al personaje principal de esta historia.
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Recorrí parte de la Argentina. Viví en Córdoba y viví con ella. Me saludó con un día caluroso, después me mostró días grises y unos cuantos de mucha frialdad para este cuerpo del bajío mexicano. Cuando sentía que desesperaba, comenzó a abrazarme con calor y a sonreírme con jacarandas morados y lapachos rosados. Me hizo sentir en casa.
Córdoba y yo vivimos el mundial, su pasión, entrega y patriotismo. Aprendí a entender el futbol ("fútbol", je) y su hinchada. Comprendí el frenesí y me uní a él. Entoné cantos, porras y 'puteadas' en contra de los brasileros.
No fue todo mate, sol y sonrisas. Con ella sufrí la elevación constante en precios y la dificultad de encontrar trabajo. Vivimos paros, manifestaciones, tráfico, lluvias, ausencia de calor, duelos y nostalgia. Como consecuencia, ella me vio crecer y continuar mi independencia emocional y económica, al mismo tiempo que iba formando grandes vínculos ahí, donde sólo estaba de paso.
No fue todo mate, sol y sonrisas. Con ella sufrí la elevación constante en precios y la dificultad de encontrar trabajo. Vivimos paros, manifestaciones, tráfico, lluvias, ausencia de calor, duelos y nostalgia. Como consecuencia, ella me vio crecer y continuar mi independencia emocional y económica, al mismo tiempo que iba formando grandes vínculos ahí, donde sólo estaba de paso.
Córdoba también me dio grandes tardes en el parque, en la terraza y en el colectivo, donde surgieron grandes epifanías y descubrimientos de la cultura local. Me ayudó a conocerla más allá de la República de Nueva Córdoba (palabras de mi amiga Caro Hormaeche jeje). Tuve la oportunidad de caminar más allá del famoso arco, ubicar cada calle del centro, conocer lo que hay después de la mujer urbana... Sentir el viento en mi cara quemándome y asegurándome un resfriado al volver a casa en moto; asimismo, semanas después, agradecer ese viento refrescante en las tardes de octubre.
Mi primer estofado |
Córdoba me concedió cruzarme con la mejor gente, e incluso permitió enamoramientos fortuitos que dejaron huella en mi viaje y en mi persona. Me enamoré de cada kiosquero/a amable que se interesaba no sólo en conocer sobre mi país, sino en que tuviera un buen día (o lo fingían muy bien); amé a cada colectivero que amablemente saludaba y brindaba indicaciones; a cada uno de los mozos que nos llegaron a atender y que reían con nosotros.
Caí rendida ante miradas penetrantes, sonrisas que derriten, barbas que pican y hacen cosquillas, narices puntiagudas, espaldas suaves, piernas fuertes y brazos arrulladores; mentes brillantes, cuidados tiernos, mimos, palabras sabias y otras no tan sabias, paseos nocturnos, mates, cervezas (vino, fernet, tequila y sus consecuencias), guacamole, empanadas, helados y miles de sonrisas. Momentos. Corazones rotos, y otros en recuperación.
Me enamoré de mis roommies, mis resis, mis compañeros, mi familia... Me ganaron desde el día en que llegué y hablaron conmigo tratando de hacerme sentir cómoda. Su ayuda para encontrar trabajo, su ayuda con los modismos.La primera salida. El primer pedo (mexicanos, esto quiere decir "la primera peda", no crean que solíamos soltar gases de manera conjunta). Las primeras pelis juntos. Los mates en la azotea. Los cantos angelicales (y me refiero a Colo I jaja). Los partidos de fut (que ni veíamos, pero sabíamos cuando anotaba River y cuando, Boca). El misterio de los cubiertos perdidos (sigo pensando que alguien los tiene bajo su cama). Las notas en la heladera (entre otras atrocidades que encontramos ahí). Los mimos (cariñitos). Las desveladas. Las sorpresas matutinas (calcetines y demás). Pero, sobre todo, la compañía, el apoyo, las palabras y el abrazo oportuno en situaciones complicadas. La amistad y las peleas que la fortalecieron.
Caí rendida ante miradas penetrantes, sonrisas que derriten, barbas que pican y hacen cosquillas, narices puntiagudas, espaldas suaves, piernas fuertes y brazos arrulladores; mentes brillantes, cuidados tiernos, mimos, palabras sabias y otras no tan sabias, paseos nocturnos, mates, cervezas (vino, fernet, tequila y sus consecuencias), guacamole, empanadas, helados y miles de sonrisas. Momentos. Corazones rotos, y otros en recuperación.
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Octubre |
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Julio |
Así también, la parte laboral era cada día más enriquecedora. El equipo de trabajo me apoyaba y me sentía tan bien haciendo lo que más me gusta. Mis alumnos parecían disfrutar sus clases tanto como yo, y aprendí a romper esa barrera de seriedad y estructura rígida, después de todo la dinámica era distinta. Lo "malo" de esto es que uno termina encariñándose y amigándose. Malo porque, como a los otros amores, no se le puede exigir más tiempo del que ya duró. Sin embargo, duró. Pasó.
El regreso a mis pagos (casa) era inminente. Diciembre llegó y me llevó. Sabiendo que se iba una mujer distinta a la que llegó en marzo. Dejé Córdoba sin saber si algún día la volveré a ver. Consciente de que mi paso por aquí terminó, que mi periodo concluyó y que aprendí lo que tenía que ser aprendido. Uno siempre quiere más, y sería feliz regresando cada tanto. Regresando a mi nueva familia de extranjeros, a mi nueva familia en el trabajo... Pero es aquí donde llega el final feliz de esta aventura en el sur, donde la bella Córdoba fue más que un escenario, el personaje principal.
¡Chau, Córdoba!
Te quedas mis besos picantes y el amor por tu cultura...
(Continuará)
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