Día en pijamas

Si bien el clima siempre es tema de cajón para romper el hielo [con mayor razón si hace calor (chiste intencionado... ríanse)] esta navidad sí ha dado mucho de qué hablar en el bajío. No es que sea un frío insoportable, pero sí llega a serlo cuando no se tiene la infraestructura adecuada y cuando no se está acostumbrado a ello.

Como sea. Llegamos a los seis grados Celsius, lo cual está fuera del rango promedio de frialdad de mi ciudad. Afortunadamente su narradora está de vacaciones y no tenía ningún motivo para salir de casa o de la cama. Bueno, sólo para satisfacer necesidades básicas.

Ese día fue hermoso: comí, dormí, leí, escribí, tomé café, escribí, me di cuenta que no debí tomar tanto café, cambié a té, volví a dormir, vi películas y mi serie favorita (How I met your mother). Todo en la comodidad de mi tibia cama. ¡Oh, sí! 

En una de esas llamadas de la naturaleza me detuve en el espejo y observé mi peculiar pijama. Después de pensarlo un poco, me di cuenta que la mayoría de las mujeres llevamos una Miss Piggy en nosotras (y no lo digo por cerdas, cada quien sus kilos). Ésa que rechaza continuamente al bien intencionado sujetillo que nomás no acepta un 'no' como respuesta, y al mismo tiempo se derrite por el buen tipo que ni la pela. Típico.

Me dio curiosidad por ver los Muppets Babies o Sesame Street ("Plaza Sésamo" en México) porque honestamente no recuerdo cómo es que Miss Piggy y la Rana René* terminan juntos, hasta comprometidos están. Creo. En serio quiero saber cómo pasó eso. Supongo que lo sedujo la muy cerda.

Después de ese profundo análisis volví a mi capullo y me di cuenta que la verdadera cerdita aquí era otra, pues llevaba todo el día en pijamas. 

*El nombre original es Kermit, pero en latinoamérica se le denominó René. ¿Por qué? ¡Quién sabe! Y, espérense, en España se llama Gustavo. ¡Ja!